Este relato habla de la búsqueda de esa orilla incalcanzable y “desconocida donde florecen las utopías”. En las montañas míticas de Las Segovias, en la Vía del Tránsito –lago y río, encrucijada de filibusteros y piratas, escenario de pasadas hazañas–, en los patios silenciosos y frescos de Masaya, hombres y mujeres entrañables, todavía jóvenes, todavía buenos, viven eternizados en el tiempo intocable de los sueños y la literatura.