Diario de una viajera distraída es un acto de memoria, imaginación, placer y buen humor. Un viaje de aventuras, con paradas distintas, en el que, como protagonista, enfrento soledades, sensaciones y sentimientos. Estas crónicas de viaje, organizadas en ocho núcleos, rescatan lo cotidiano y trascienden lo personal, para recordar culturas y acciones de los lugares por donde paso. La historia, la coyuntura política, el monumento o el paisaje natural no son para mí un simple telón de fondo ni el sentido común el más común de los sentidos.